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Relato Salida No Oficial: Laguna del Toro

8/4/2019

3 Comentarios

 
Por Ximena Arriagada
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I.- INTRODUCCIÓN

La tentación: 11 de febrero de 2019, 7:29 hrs. “Monvalinas y Monvalinos: Los invito a participar de una hermosa caminata de media montaña para que conozcan un lugar por muy pocos conocido llamado Laguna del Toro ubicado sobre los 3.500 m.s.n.m. La primera noche nos quedamos en nuestro Refugio, y el segundo día comienza la experiencia a la cual quedan todos invitados. Sugiero ir por Viernes, Sábado, Domingo y Lunes, sería lo óptimo para disfrutar al máximo, o  Viernes, Sábado y Domingo. Atrévanse, pidan permiso en el trabajo, días de vacaciones.  Será una salida inolvidable”.
Así se gestó esta inolvidable salida. Visionario Juan Patricio, Secretario del Club de Montaña, y organizador de la salida. Además de tentador y transgresor. Eso de “atrévanse, pidan permiso en el trabajo, días de vacaciones”,  me evoca a Eva diciéndole a Adán, “cómete la manzana… no pasa ná.”

Algunos, la verdad todos/as los que fuimos, caímos como Adán, y como él, nos rendimos a la posibilidad de llegar a lo desconocido, llegar dónde pocos lo han logrado, dónde algunos lo habían  intentaron y ahora tenían la gran meta de cumplir el sueño.

El objetivo de esta salida no era llegar a una cumbre,  sino llegar a una laguna que reposa como suspendida en el cielo, a más de 3.500 m.s.n.m., resguardada por la Virgen del Carmen como testigo de los tentados y tentadas por Juan Patricio. Qué lástima que esta vez la tentación no lo alcanzó a él.
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Este cuadro esgrima los datos desde el inicio de la caminata (día 2).
Meeting: 17 de febrero de 2019, 19:30 hrs.

Rostros nuevos, incertidumbre, ausencias, ganas. Algunos convencidos de que había que dar curso a la idea inicial. Ir por 4 días. O mejor dicho, dar vida a lo planificado. Otros intentando consensuar. El espíritu democrático al principio amplió posibilidades (hacer dos grupos). Finalmente la tiranía, consensuada ciertamente, ganó (eso pensábamos). Y nos fuimos por cuatro días. Desde el jueves 21 al domingo 24 de febrero. Con estos datos, pensé, que tenía todo bajo control, así que compré pasaje ida y vuelta, armé mi registro en  Excel con los detalles de la salida y me sumé a la organización.

Algunos ya sabían con quiénes compartir la cordada, otros/as generosamente ampliaban sus posibilidades, y otros/as, se dejaron llevar.  En este último grupo me encontraba. Y acerté. Es bueno dejarse llevar, a veces.
La tentación crecía con el relato de Víctor, explorador de rutas vírgenes o poco conocidas como era el caso de esta nueva aventura. Con su experiencia, nos contagiamos con las ganas de estar ahí. El relato prometía una ruta de paisajes bellos, con aguaceros en el camino, de marcha larga pero con vistas que bien valían la pena. Así no más fue. El explorador tenía razón, y los ojos fotográficos así lo demuestran.
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Mapa a mano alzada: Autor Víctor Alvear.
II.-  DESARROLLO DE LA RUTA

Día uno: 21 de febrero de 2019, 19:00 hrs.

Desde el inicio se apreciaba una preocupación, cierta rigurosidad en las preguntas, como también en las respuestas, que perfilaban a los/as participantes. Un texto sin rostro me parece una historia incompleta. Creo que las preguntas y comentarios plasmados en el whatsapp cobraron otro sentido cuando me subí al auto, pasé la noche en el refugio, compartí con mi cordada, y más aún cuando compartimos la ruta. Ahí la historia se completó.
Dos autos para 8 cuerpos, 8 mochilas, kilos de comida y por supuesto las cámaras. Nos dividimos según la organización interna, a través del medio de moda (Whatsapp). Fabuloso, todos puntuales, organizados/as y con las instrucciones asumidas y ejecutadas obedientemente. Partimos desde el frontis del Club Monval camino al refugio.
Una vez en el refugio nos sorprendimos de la comodidad de las nuevas literas (para mí todo era nuevo). Nos organizamos de forma automática o, más bien, armoniosa. Cenamos y a dormir. Hasta ahí, todo a un ritmo dinámico pero uniforme.

Día dos: 22 de febrero de 2019, 8:00 hrs.

La cita con el explorador, Víctor, estaba planificada a las 8:00, pero la adrenalina nos superó o ayudó, dejo libre la adherencia a una de las posibilidades, así que llegamos a las 7:50. Con mochila puesta, bastones alineados y las ganas de emprender la aventura. Nos acercamos al punto de encuentro. El puente. ¿Qué puente? Qué bueno que después de un rato cachamos que era en el otro puente. La adrenalina, a veces, nos hace decidir apresuradamente.

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Autora: Emilia Herrera Saavedra. Título: “Selfie Grupal”
La sonrisa calma  pero sostenida del explorador nos encuentra. Nos invita amablemente a conocer su cabaña,  nos presenta a su encantadora hija y, pausadamente, nos invita a tomar la ruta.

Inicio de la marcha

Cambiar la huella asfaltada por un sendero curvilíneo, pedregoso, con aguaceros, con quintrales y su hermoso parásito floreado, no tiene precio. Decisión tomada en reunión y que fue acatada por los ausentes.

Partimos a las 8:50 aprox., a los 1.206 m.s.n.m., según lo consignaba el registro obtenido de la App Trekking Chile, proporcionada por Guntert, quien generosamente la compartió con Luis. Afortunadamente, pues de vuelta nos salvó.

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Registro obtenido de la mensajería del grupo. Trekking Chile App.
A paso lento en una mañana amable y de brisa generosa iniciamos el trayecto. El primer obstáculo fue sortear las puertas de los vecinos/as. Creo que 5 o 6, no recuerdo con exactitud, pero sí con precisión, que la última puerta era una reja amarilla. Verla al final de la ruta fue alentador. Se convirtió en mi puerta favorita.

Víctor, quien conocía la ruta, sería nuestro guía. Pero como suele suceder, el grupo fue tomando un ritmo propio. Surgen los rápidos, los más lentos, los distraídos. Nos agrupamos en fila india, dividida en dos subgrupos; el grupo de avanzada con Gustavo, Marcelo, Emilia, Matilde  y Helvia. Y el grupo a paso lento; Cristian, Marcela, Luis y Ximena. Víctor transitó entre ambos grupos, según su propio ritmo, pero también, según las necesidades que presentó la ruta.

La flora nos deleitó con sus colores y despertó muestra curiosidad. Mientras algunos la registraron con sus cámaras, Marcela y Luis nos regalaron sus conocimientos sobre el entorno: la yareta, el quintral y sus parásitos, entre otros ejemplares.
Flora del entorno. Autores: Gustavo, Marcelo, Luis y Christian.
A medida que avanzábamos en el camino, el grupo fue tomando ritmo y la frase de Hannah Arendt cobró mayor sentido: “El hecho de que el hombre/mujer es capaz de actuar significa que lo inesperado puede esperarse de él/ella, que es capaz de realizar aquello que es infinitamente improbable.” Cada uno/a a su manera hace lo improbable e inesperado. Especialmente Marcela, mi compañera y cordada.

Durante el trayecto nos encontramos con tierra, barro, huellas de vacas, rocas, río, vegas y un par de bellas cascadas. La ruta de ida nos tomó alrededor de 7 horas. Tiempo suficiente para agotarse, dudar, apoyarse y cuestionarse. El grupo de avanzada liderado por Emilia y Gustavo, observó a lo lejos una planicie al pie de un macizo de rocas como un prospecto de campamento. Al llegar, se aprecia una belleza impactante. Y un cielo que nos captura y atrapa. El lugar resultó un descubrimiento perfecto. Pese a mis dudas y al cansancio de mi compañera llegamos. El campamento base estaba a 2.200 m.s.n.m.

Armamos campamento. 4 carpas para 10 personas. Nuestra carpa, 5 estrellas, armonía absoluta. Sin decir mucho nos alineamos, y decidimos darnos un chapuzón. El chapuzón nos revivió. Agua mágica, cristalina, fresca, dulce, juguetona, bella y desnuda. No digo más. Lo que pasa en la montaña se queda en la montaña. Luego la cena, compartir, dormir y reponerse. El día que se viene es clave.  Haz clic aquí para editar.

Día tres: 22 de febrero de 2019, 7:30 hrs.


Buen descanso, todos/as revivimos. Marcela se llenó de energía y no dudó en emprender ruta. El resto nos encontrábamos ansiosos pero confiados en que lograríamos llegar a la Laguna.  
Partimos, y una vez más la dupla Emilia-Gustavo la emprenden. A la par Marcelo y Helvia los acompañan. Cristian va piano-piano. Con Marcela y Luis vamos a paso lento pero seguro. Víctor da orientaciones cuando el resto se ve perdido. Maite silenciosa, pausada, perseverante. El grupo de avanzada, en su afán por adelantar, pasa de largo la ruta marcada a la izquierda que da al campamento. Llegan hasta al peñón. Majestuoso. Ubicado a 2.956 m.s.n.m. después del primer aguacero con una pendiente importante. Devolverse no era opción. Marcelo emprendió camino para evaluar. Nos sumamos a esa alternativa. Él y Luis quedan a cargo de la comunicación, van poniendo al tanto a los grupos. A esa altura de la ruta JP ya había dado señales de vida. Luego nos encontraríamos con él y compañía.
Bajamos hasta el río, llegamos a la segunda aguada sobre los 3.000 m.s.n.m. Record para Christian. Descansamos, nos aprovisionamos de agua, conversamos y disfrutamos el paisaje. Continuamos. Seguimos los consejos de Víctor; seguir la ruta, huellas de animales, y comunicarnos por radios, todo eso nos ayudó. Como siempre, me distraigo e improviso. Tengo que aprender a mirar.

Desde la base que bordea el gualtata descansamos mientras observamos que nuestros/as compañeros/as continuaban la marcha. La vista era extraordinaria. Majestuosa. Aprovechamos la vista y modelamos. Fotos.
Desde esa altura se observa una vega pero no se aprecia la laguna. Hay una planicie que tiene a sus espaldas un cordón montañoso de acuarela. Colores que van de los tonos rojos a los verdosos. Bellos.

Al comunicarnos con el grupo de avanzada nos señalan que estamos a 10 minutos de distancia. Bajamos jugueteando y evitando las caídas. Al llegar a la segunda planicie se deja ver la laguna. Por un momento Helvia pensó en no bajar, por suerte se arrepintió.

Una vez todos/as abajo, en frente de la laguna, nos sentamos a comer, disfrutar del paisaje, aprovisionarnos de agua y por supuesto, tomar las fotos de rigor.  Me sorprendí con la gruta de la Virgen del Carmen como testigo y guardiana.
El paisaje es tan inspirador que nos quedó el gusto por volver, con otra logística, para hacer cumbre.

Tramo final

El grupo de avanzada emprendió marcha y nosotros: Luis, Christian, Marcela y yo, nos fuimos al final. La altura le pasó la cuenta a uno de nosotros, pero bueno, gajes del oficio. Creo que esa experiencia le puso sabor a la ruta y, a ratos, lo improbable e inesperado cobró sentido. Por suerte, Luis tenía la ruta en el celular. No todos/as teníamos linterna, pero supimos organizarnos, tomamos roles y fuimos muy empáticos, los detalles me los reservo, pero eso fue clave para llegar al campamento base. Luis abrió camino, el resto apoyamos. Nos dimos pausa cuando alguien lo necesitaba. Tomamos la ruta inicial, la que evitamos inicialmente, nos evitamos las aguadas, y con ello descender. Nos encontramos con JP, Bruno y Fabio. Seguimos su ruta, a lo lejos se veían tres puntos rojos que nos iluminaron el camino.

La noche llegó, eran alrededor de las 20:30, nos entregamos a la intuición de Luis, ayudado por Marcela, seguimos en fila, intentando acoplarnos para tomar un ritmo homogéneo que nos ayudara a llegar. De pronto vimos la luz… se veía a lo lejos el campamento, siendo las 21:30 hrs. Llegamos contentos, con reflexiones personales, con decisiones, cansados, pero sobre todo, al menos en mi caso, hedionda.

Después de un baño improvisado en el río cenamos. Que rico. Luego a dormir y proyectarnos para la última vuelta.

El retorno


El estrés de volver a tiempo para no perder el bus se desvaneció. Después de todo lo vivido ese detalle era irrelevante. Estuvo todo fluido, desayunamos temprano, desarmamos campamento y emprendimos el retorno. Como siempre, el grupo de avanzada inició la ruta. JP y sus compañeros lideraron. Nosotros/as necesitábamos calma. Continuamos a paso seguro. La mañana estaba soleada. Nos tomó 5 horas llegar a la puerta amarilla, esta vez seguiríamos por el callejón derecho hasta la carretera y de ahí al Refugio. La suerte nos acompañó, hasta nos duchamos, el grupo de avanzada emprendió rumbo al lugar de comida. Llegamos, comimos, bebimos y nos tentamos. Llegué a tiempo al terminal. Nos despedimos con mis compañeros/as de auto. Quedé muy agradecida por la experiencia; por la ruta, la cordada, y la experiencia.

Conclusiones finales

El primer grupo logró llegar a la Laguna.  Hicimos los 63 kilómetros en los tres días de caminata. En cuanto a mis conclusiones finales son simples. Quiero más cerros. Tengo que concentrarme. Me gusta lo colectivo. Disfruté muchísimo de mi cordada.

Fechas: 21 al 24 de febrero - 22  al 24 de febrero
Participantes:
  • Primer Grupo : Emilia Saavedra, Cristian Guntert, Marcela  Muñoz, Luis Manríquez,  Marcelo Rivas, Gustavo Varela, Helvia  Cruz, Victor Álvear, Maite Álvear. Ximena Arriagada.  
  • Segundo grupo: Juan Patricio Carvajal, Bruno  Biso  y Fabio Carrera.
Editor: Marlenne Aroca

3 Comentarios
EMILIA HERRERA SAAVEDRA
8/4/2019 09:35:38 pm

FELICITACIONES XIMENA MARLENE...BUEN YLINDO RELATO

Responder
Luis Manriquez
8/4/2019 10:47:33 pm

Buena Ximena excelente relato muy detallado y entretenido felicitaciones.

Responder
Christian Güntert
9/4/2019 07:23:25 am

Eres una relatora de experiencias. Que bello relato! Felicitaciones Ximena.

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